Del presidente – septiembre 2019

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Me parece que el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez menos seguro. Las emergencias médicas como, por ejemplo, el resurgimiento del ébola, las guerras, las protestas civiles, y la agitación política parecen ir en aumento. En medio de estas realidades desafiantes, se espera que los médicos y las médicas de familia continúen – ¡y ya lo hacen! – siendo el primer punto de contacto con la asistencia sanitaria para las pacientes. Algunos de nuestros pacientes van a padecer las consecuencias de la inestabilidad que perciben en sus entornos. Otros seguirán padeciendo enfermedades crónicas y dolencias que necesitan de un control constante, así como de un tratamiento adecuado. En todos los casos, los médicos de familia van a ofrecerles el cuidado que necesitan, los diagnósticos y el tratamiento sea cual sea el contexto en el que se encuentre su comunidad. Y siempre lo harán de forma ética y profesional.

Sean cuales sean las circunstancias, los médicos de familia van a actuar como profesionales al frente de la asistencia en salud, derivando a otros profesionales sanitarios si hace falta, ofreciendo apoyo siempre que sea necesario y ahí donde se les necesite. Pero, ¿cómo pueden los médicos de familia salir adelante al encontrarse con situaciones de crisis médicas y de inestabilidad política?, ¿Quién escucha sus preocupaciones, y quién se preocupa por sus intereses?

Existe una expectativa no dicha que da por hecho que los médicos de familia continuarán cuidando a sus pacientes sean cuales sean las circunstancias a las que se enfrenten. A pesar de ello, las clínicas y los centros de salud de los médicos de familia no siempre gozan de la relativa seguridad que sí tienen, por ejemplo, los hospitales. A menudo, esas clínicas de los médicos de familia están localizadas en áreas residenciales, para que sirvan a las comunidades locales. Ante situaciones de mucha agitación o, en situaciones peores, ¡los médicos de familia se encuentran a primera línea en muchos aspectos! En ese sentido, puede que se encuentren en situaciones ante las que sea difícil incluso lograr acceder al lugar de trabajo, lo que deja a sus pacientes sin acceso a los tan necesarios servicios sanitarios.

Mientras que, nosotros, como médicos de familia, queremos poder estar disponibles en todo momento para nuestros pacientes, también debemos ser conscientes de los riesgos que nos rodean. Para nosotros, es importante empezar a tomar consciencia de aquellas situaciones en las que nuestra seguridad está en riesgo. De igual forma, como médicos de familia y miembros de confianza de nuestras comunidades, debemos participar activamente en la planificación local en lo relativo a asuntos de seguridad, riesgos medioambientales y otras cuestiones.

La reducción de los riesgos y la preparación ante los mismos, a través de la participación activa en la comunidad, serán de gran ayuda a la hora de paliar motivos de preocupación y de asegurar que existe una gran cantidad de profesionales resistentes a las crisis. Dichas cuestiones deben ir en aumento. Trabajar de forma conjunta, a partir de diversas profesiones y de grupos comunitarios, y tener un plan que se pueda poner en marcha, es la garantía de que podemos reducir los riesgos para los profesionales y las comunidades que servimos de forma eficiente, independientemente de la situación de crisis a la que tengamos que hacer frente.

Si no hay una comunidad formalmente preparada o una estrategia en reducción de riesgos que ya esté puesta en marcha, el médico de familia, como profesional de confianza de la comunidad, está en perfectas condiciones de liderarla.

Trabajar conjuntamente con las autoridades locales, las organizaciones comunitarias y con otros colegas especialistas es una forma muy productiva de anticipar incidentes potenciales y situaciones de riesgo, y de entender las dinámicas que están sucediendo dentro de una comunidad. Escuchar la forma de ver las cosas de nuestros colegas acerca de los que sucede en una comunidad puede ser muy instructivo: sus experiencias y las de grupos comunitarios y de voluntariado puede que sean muy diferentes a las de un médico de familia. Conjuntamente, tus colegas de profesión y las organizaciones de tu comunidad pueden construir un marco de conocimiento, y ponernos alerta ante las cambiantes dinámicas tanto dentro de la comunidad como desde una perspectiva más general.

Como más preparados estemos para enfrentarnos a situaciones adversas, sean a propósito de una catástrofe natural o por una turbulencia local, más posible será que los médicos de familia nos encontremos en buena posición para ofrecer los servicios que se nos piden, y más probable será que nuestros pacientes puedan seguir teniendo acceso a estos tan necesarios servicios. En mi caso, yo he disfrutado mucho presidiendo el Hong Kong Jockey Club Disaster preparedness and Response Institute (HKJCDPRI) de la Academia de Medicina de Hong Kong desde 2014. Urjo a los médicos y a las médicas de familia de todo el mundo a que se unan a sus organizaciones locales y nacionales.

Donald Li